La empresa de nuestros miembros del Colegio, Álvaro Pipó y Telmo Capellán, Prosix, es elegida por la Agencia Espacial Europea para fabricar el brazo desplegable de un satélite del proyecto para medir el campo magnético de la Tierra.
El tejido empresarial guipuzcoano se ha caracterizado siempre por un nivel de Champions y en algunos casos, como el de la ingeniería donostiarra Prosix Engineering, se puede afirmar incluso que rozan las estrellas. Esta empresa de San Sebastián, junto a la valenciana Comet, ha firmado un contrato con la compañía aeroespacial británica Open Cosmos para participar en la misión NanoMagSat, de la Agencia Espacial Europea. Un proyecto de carácter internacional con un presupuesto de 5,2 millones de euros, en fase de desarrollo, con el objetivo de reducir los riesgos de la misión cuyo lanzamiento está previsto para 2024. Prosix, con sede en el barrio de Ategorrieta y especialista en la aplicación y trabajo en fibra de carbono y materiales compuestos en situaciones externas, se encarga de diseñar, fabricar y validar el brazo desplegable con un magnetómetro que llevará el satélite y que se abrirá en órbita para medir el campo magnético de la tierra.
«Se puede decir que estamos en la brecha en el sector de la Tecnología», explica con orgullo Álvaro Pipo, donostiarra de 41 años, dueño y responsable técnico de Prosix, y además formado aquí en San Sebastián, en Tecnun. Junto a él trabajan doce personas, aunque aspira a doblar la plantilla, mientras que en Valencia está la sede que fabrica las series de piezas que ellos diseñan en Ategorrieta.
NanoMagSat es un proyecto pionero que lanzará una constelación de tres satélites en miniatura de tecnología punta que monitorearán el campo magnético de la Tierra y su entorno ionosférico, tarea que hasta ahora se había realizado con un único satélite. Este avance permitirá una mayor frecuencia de operaciones y una mayor obtención de información.
Las claves
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Proyecto pionero. Nano MagSat lanzará tres satélites equipados con el brazo, que se extiende en órbita hasta tres metros
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Sede en Ategorrieta. «Se puede decir que estamos en la brecha en el sector de la Tecnología», explican los responsables
Esos satélites van equipados con un brazo desplegable de Prosix que se extiende en órbita. «Mide un palmo y crece hasta tres metros cuando está desplegado. En su parte superior lleva el magnetómetro que mide con precisión el campo magnético de la tierra y luego lleva unas cámaras que siguen a las estrellas. El brazo separa tres metros el magnetómetro del satélite para asegurar que no haya interferencias magnéticas en la lectura», explica Pipo.
El proyecto está liderado por la empresa británica Open Cosmos, que se dedica al desarrollo de misiones y plataformas espaciales y en el mismo participan también algunas de las organizaciones europeas más punteras del sector aeroespacial como el Instituto de Innovación Tecnológica de la Comisión Francesa de Energías Alternativas y Energía Atómica (CEA-LETI), la Universidad de Oslo y el Instituto Global de Física de París (IGP). De ese elenco de lujo forma parte la donostiarra Prosix por méritos propios.
Para ello, la firma guipuzcoana tuvo que pasar un duro concurso pese a que lleva ocho años colaborando con la Agencia Espacial Europea desarrollando estructuras desplegables. «A día de hoy tenemos todavía el brazo espacial desplegable más largo, preciso y ligero hecho en Europa, de diez metros. En la agencia nos tienen en bastante consideración», destaca Pipo.
Gracias a los datos obtenidos por la NanoMagSat, se podrá evaluar, por ejemplo, el efecto que las tormentas solares tienen sobre nuestro planeta, que pueden afectar a la tecnología terrestre, a las redes de transmisión de energía o poner en peligro a los satélites en el espacio. Además, las perturbaciones ionosféricas pueden afectar gravemente a las transmisiones de radio, los radares y los sistemas de navegación por satélite. Por otra parte, conocer el comportamiento del campo magnético de la Tierra y su entorno ionosférico es crucial para garantizar una navegación precisa, revelar las propiedades de las capas menos profundas de la tierra e, incluso, evaluar las posibles señales del cambio climático. De momento, en los próximos 15 meses, el objetivo es realizar todos los estudios y desarrollos necesarios para minimizar los riesgos del mástil desplegable.
Zorionak!!
Artículo publicado en prensa Diario Vasco