La transformación digital de la empresa se impulsa a la par que las competencias digitales

La pandemia de la COVID-19 acelera la transformación digital.

En el mes de marzo, el confinamiento impuesto para contrarrestar la alerta sanitaria causada por la COVID-19 acelera los procesos de digitalización de las empresas globalmente.

Una encuesta realizada por KPMG a consejeros delegados de empresas de todo el mundo arroja el dato de que el 80 % consideran que la pandemia ha acelerado el ritmo de digitalización de sus operaciones y ha impulsado la creación de un nuevo modelo operativo.

Casi el 70 % de los gerentes españoles afirman haber acometido algún tipo de transformación digital en sus negocios como respuesta a la COVID-19, de acuerdo con un informe realizado por Salesforce. No obstante, el 60 % de los directivos encuestados consideran que la transformación digital no es más que una respuesta temporal para atajar los efectos de la pandemia.

Pero la importancia de la digitalización poco a poco va calando. Una encuesta llevada a cabo por Everis a grandes compañías de España y Europa procedentes de sectores industriales muestra cómo ha evolucionado la actitud corporativa hacia la transformación digital. En 2018, solamente la mitad de los encuestados contaba con un plan de transformación digital, pero tan solo la cuarta parte lo tenía activo en ejecución. Dos años después, más del 80 % de las organizaciones consultadas contaban con una estrategia de transformación digital, y hasta el 70 % la estaban ya aplicando.

Las competencias del trabajador digital

La era digital requiere de una fuerza de trabajo digital. La Comisión Europea calculó que en 2020 el mercado europeo se enfrentaba a una carencia de 756.000 expertos en TIC. Más recientemente, el Foro ha identificado las profesiones que van a ver incrementada su demanda en el futuro cercano, y cuáles van a entrar en declive.

El carácter tecnológico de los perfiles en auge es más que evidente, especialmente aquellos relacionados con la ciencia de datos y las tecnologías más vanguardistas, como la inteligencia artificial, el internet de las cosas o la robótica.

Todo el mundo parece estar de acuerdo en que las competencias digitales han adquirido una importancia trascendental en el funcionamiento de los sistemas económicos, y son una de las principales demandas de los empleadores. No obstante, se trata de un concepto muy amplio, cuya acotación y contenido no están sujetos a una sola interpretación.

La Comisión Europea ha elaborado DigComp, un marco que contempla las competencias digitales que debería tener toda persona. DigComp 2.0 establece cinco ámbitos de habilidades o conocimientos: información y alfabetización de datos; comunicación y colaboración; creación de contenido digital; seguridad y resolución de problemas.

Las competencias digitales propiamente dichas comprenden el manejo de herramientas informáticas y el conocimiento de lenguajes de programación. Finalmente, las que clasifican como específicas son las que están orientadas técnicamente a ocupaciones concretas, como el software de gestión de relaciones con el cliente (CRM), los programas de diseño y de edición digital o las herramientas para la gestión de medios sociales, el SEO y el SEM.

Existe la creencia de que los perfiles digitales de corte tecnológico encuentran su demanda mayormente en los sectores de actividad tecnológicos. Pero el estudio de la realidad laboral parece indicar otra cosa. Un análisis realizado por Burning Glass Technologies y Oracle ha llegado a la conclusión de que el 90 % de los trabajos basados en competencias informáticas se concentran en 10 sectores que no son tecnológicos.

La importancia de las soft skills

A pesar de la relevancia de las competencias tecnológicas —las denominadas hard skills—, cada vez hay más expertos que destacan el papel relevante que van a adquirir las soft skills, es decir, aquellas relacionadas con la personalidad y no tanto con los conocimientos técnicos. El perfil del profesional del siglo deberá combinar de forma equilibrada las competencias digitales con una serie de habilidades más asociadas al carácter humano y a las formas de relacionarnos y comunicarnos con los demás.

Las competencias fundacionales se dividen en tres categorías: humanas, para la construcción digital y habilitadoras de negocio. Las competencias fundacionales humanas son en gran medida lo que se suele asociar con soft skills, e incluyen las habilidades comunicacionales, la creatividad, el pensamiento crítico, la capacidad para colaborar y la capacidad de análisis.

Por otra parte, las consideradas como bloques para construir lo digital son en gran medida competencias digitales, y comprenden la analítica y gestión de datos, el desarrollo de software y la programación y los conocimientos sobre seguridad digital y defensa de la privacidad. Finalmente, las competencias fundacionales de negocio cumplen la función de articular las de las otras categorías en el entorno del puesto de trabajo. En este grupo aparece la capacidad para comunicar datos, el diseño digital, y la gestión de proyectos y de los procesos de negocio.

La pyme europea, una asignatura pendiente

En general, la empresa europea lleva un paso rezagado en el proceso de transformación digital, a juzgar por los resultados globales que ofrece el más reciente informe DESI (Digital Economy and Society Index 2020), que mide, entre otros muchos indicadores, el grado de implantación y uso de la tecnología en los negocios de los Estados miembros.

Atendiendo al apartado del DESI denominado «Integración de la tecnología digital», que mide el grado de digitalización de las empresas y de uso de comercio electrónico, se pone en evidencia que poco más de un tercio de todos los negocios comparte información por medios electrónicos y que solamente una cuarta parte hace uso de los medios sociales, como canal de comunicación con los clientes y como una plataforma para posicionar la marca.

España presenta en el índice general de este epígrafe resultados en línea con la media europea (41,2 frente a 41,4) y se sitúa en el puesto 13 dentro de la clasificación de países. No obstante, en el apartado de intercambio de información digital superamos con creces a la media (43 % frente a 34 %), y también, más modestamente, en el de uso comercial de redes sociales (29 % de empresas españolas por el 25 % de las europeas).

En el caso del uso de big data para analizar y explotar grandes cantidades de información, mientras que un tercio de las grandes empresas europeas lo aplican, solo el 12 % de las pymes lo hacen, en España un 11 %. Es uno de los temas pendientes de la digitalización corporativa, que debe ser debidamente impulsado. En general, el 18 % de las empresas contratan servicios cloud (en España un 16 %), si bien al segmentar en función del tamaño las grandes suponen un 39 % frente a las medianas y pequeñas, en las que solo un 17 % hacen uso de él.

Otro de los aspectos que contempla el informe DESI es la práctica del comercio electrónico entre las pymes europeas, una práctica que solo llevan a cabo un 18 % de estas, un porcentaje en línea con el de nuestro país. Por último, solamente el 8 % realizan ventas transfronterizas en línea, es decir, por medios digitales.

Como conclusión se puede afirmar que la pyme española está muy en línea con la media europea, si bien el grado de digitalización de los negocios de menor tamaño de la eurozona es francamente bajo, y habrá que hacer un esfuerzo por aumentar el uso de tecnología de vanguardia en este segmento del tejido productivo.

Artículo publicado en Zona Movilidad

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