Micro relato ‘Rebelión/Matxinada’ de nuestro colegiado José Miguel Martínez sobre San Sebastian Eguna

Era nuestra fiesta. La ciudad se había preparado, como todos los años, adornando balcones, montando tablados y reservando calles. Los sastres habían cosido trajes y bordado pañuelos a contra-reloj. Los niños y los mayores habían ensayado las piezas una y otra vez. Los restaurantes se preparaban para la gran noche. Los cocineros repasaban el menú de memoria, para que no faltara nada, y las sociedades se llenaban de comida y bebida para la fiesta. Así llegó la víspera.

Los donostiarras despertaron esa mañana como cada día, trabajaron toda la jornada, y cuando llegó la noche, poco a poco fueron entrando en la fiesta, cada uno a su manera, unos en la cocina, otros en la mesa, varios en el bar, algunos preparando los trajes. La música empezaba a sonar, la ciudad ya vivía el ambiente, y las sociedades se habían llenado de donostiarras hambrientos de tambores y barriles, de fiesta, de cena de víspera. Entonces, sucedió.

Dieron las 10. Gaztelubide fue la primera, pero enseguida alguien avisó al Alcalde de que en Vasconia y en Istingorra ocurría algo semejante. Y en la sociedad Ernio, en Itxas Gain…, hasta en el Tenis. También hablaron del Kaskazuri, de La Perla, de Rekondo, hasta del Mirador de Ulía. La guardia municipal se puso urgentemente en contacto con él. Tenía cientos de llamadas de particulares.

Los comensales estaban en la mesa, comiendo, bebiendo, charlando. Habían acabado los entrantes y el caldo cuando el Cocinero se levantó y se acercó a los fuegos. Sin llegar a la cocina, Ella le hizo un gesto y él se paró. Las conversaciones se detuvieron instantáneamente, el griterío calló, y el silencio invadió el ambiente. Los que lo vieron no respiraban. Y los que no, perplejos, tampoco eran capaces de reaccionar. La Angula Reina se había erguido dentro de la cazuela, y puesta en pie entre sus compañeras, con un pañuelito azul anudado al cuello, gritó alto y claro: “Gora Donostia!“

Al grito de la Reina siguieron todas sus compañeras poniéndose en pie: “Gora!”

Y salieron a tocar…

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